Hace doce horas que comencé esta segunda fase. Tuve mi segundo despertar de mi viaje. Según el ordenador de a bordo, hay 325 averías menores y 3 de nivel medio, lo que implica que tardaré un tiempo en volver a desconectar.
Antes de nada, debería de explicar qué quiero decir con segundo despertar y desconectar, para que no lleve a confusión.
Ambos conceptos están correlacionados y tienen que ver con el tiempo que permanezco despierto y el que no. Dado que el viaje es muy largo, varios cientos de años, debo permanecer durante largos espacios de tiempo durmiendo en un proceso complejo, dada mi morfología actual, de ahí el término desconectar. Permanezco ese tiempo en una especie de sarcófago especial que me protege de cualquier problema grave o muy grave que pudiera sobrevenir. Estaría en una especie de barca salvavidas espacial. Así que el término desconectar hace referencia a mi estado de inconsciencia.
Con respecto al segundo despertar hago referencia a que es la segunda vez que sigo este proceso. La primera vez fue cuando crucé la zona del cinturón de asteroides situada entre Marte y Júpiter, el cinturón principal, hasta llegar a la heliofunda. Permanecí despierto varias semanas, hasta que, tras reparar un par de averías menores y comprobar que no había ningún peligro cercano, volví a desconectar.
En un principio deberían de haber sido tres los despertares: el segundo al llegar a la nube de Oort. Pero tras discutirlo con AEGIS, llegué a la conclusión que este no era necesario.
Una vez explicados los conceptos, me pondré manos a la obra. No hay prisa, pero así distraigo un poco la cabeza. A pesar de las sesiones preparatorias con los psicólogos, las técnicas que me enseñaron y las charlas con AEGIS, no puedo evitar sentirme solo y no encontrarle sentido a esta locura, a este último viaje, a esta arca de Noé futurista en busca de un nuevo monte Ararat.
Fin de esta entrada.
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